"Wonderful Life", Hurts

Una de esas cosas sinsentido pero que gustan de ser altamente adictivas. Tal es el vicio, que nos escuchamos el álbum enterito un par de veces, o más, y aún seguimos con el mono de ese oscuro britpop, tan volátil, como pegajoso. Eso sí, por mucho que digan, se parecen poco a Depeche Mode.

¡Hasta los mismísimos Osamas!

En confidencia:

                               en uno de esos momentos de reflexión wc, acompañados no por el pato, sino por uno de esos mojones gordos y gelatinosos, cuya marcha nos hacen siempre sentirnos más ligeros y esbeltos, llegamos a la conclusión de que el otro Osama Bin Laden, el vivo y apodado como disco duro, debe estar recibiendo una somanta de palos de tomo y lomo en algún cuartucho de paredes sucias e iluminación zumbante; una de esas palizas en las que suelen colgarte de las uñas de los pies o de los pelos de la nariz o, simplemente, te fríen las pelotas a base de descargas, hasta que hablas, te meas, te cagas, o todo al mismo tiempo y no en el mismo orden, mientras piensas aquello de que Guantánamo no es el nombre de un fantasma, sino un estado de ánimo, el número 51 de los guardianes de la libertad y el orden mundial, para que el resto de anónimos podamos hacer la compra un día más. Mientras tanto, el otro Osama Bin Laden, el muerto de cadáver volátil, toca fondo –y cada vez más- en la memoria de la opinión pública, en los debates de la tele y en los de la peluquería, en las razones para clamar venganza de unos, y en los saraos 24hoursnonstop de otros, ignorantes y maleables todos. Dos Osamas, misma persona, diferentes personajes. La mierda de siempre.

            A veces dudamos de que ninguno de los dos haya existido realmente, porque si en algo nos ha educado bien el canal de propaganda yanki en los últimos años es en hacernos creer que los malos malotes a lo Jungla de Cristal son de carne de celuloide, marionetas que nos asustan y distraen de los verdaderos malos malotes, de los otros, de los que están más cerca y conocemos, porque viven entre y con nosotros, delinquiendo a plena luz del día, delante de nuestras narices, mientras señalan con dedo acusador hacia cualquier sombra chinesca, producto de sus mentiras.

            Llegados a este punto, no es necesario ser mayor de 90 años para preguntarse:


            
¡Qué vamos a hacer cuando se nos acabe el papel higiénico?



LUCKY LOUIE, Temporada única


Universo sitcom disfuncional y grasiento, rodado en decorados cutres frente a una audiencia entusiasta, donde habitan niñas preguntonas sobre el porqué de las cosas, hijos imbéciles ante padres pasmados, padres onanistas y malhablados, vecinos que se pasean en pelota picada por la cocina o que trepan por la fachada, maridos que compiten contra consoladores por el amor de sus esposas, amigos que se orinan encima porque creen que así ligarán más o que fingen ser retrasados para conseguir pizza gratis (ver vídeo), enfermeras que tienen su primer orgasmo a los 37 años, miedos vitales que se solucionan al más puro estilo mamporrero… Bienvenidos al mundo familiar de las clases que menos suelen aparecer en la tele, sobre todo en la americana, hasta tal punto que la mismísima HBO sólo se arriesgó con una única temporada.




Aquí el resultado de habernos tomado el pulso...



Resumiendo...
                      HUMOR SALVAJE, PERO NO TANTO.
Lo que Sí...
                 Los diálogos; los créditos de entrada, con esa música tan paletoamericana, como encantadora; el feísmo minimalista de la puesta en escena, con ecos a las sitcoms buenrollistas de finales de los 70s y todos los 80s, pero a lo jodidamente cutre; el clímax creado entre los actores y el público en vivo; todo el reparto.
Lo que No...
                    Esa tendencia del protagonista y creador de la serie de hacerse el bobalicón en exceso; los episodios arrancan con fuerza, pero suelen cerrarse de forma simple y dulzona.

"Inside Job", Charles Ferguson


Que si Islandia se va a pique, y luego el resto del mundo, y luego unos malos trajeados y engominados se hacen los tontos, como si el desbarajuste no fuese con ellos, como si el mundo les perteneciese en forma de gran tablero de Monopoly, donde lo que para unos es crisis, para otros es una mala partida. Terror en estado puro, sin protagonistas buenos, sólo con malos muy malos, que, al final, ganan, convirtiéndonos al resto en meros daños colaterales, en meros esclavos de un sistema podrido desde las bases.





Aquí el resultado de habernos tomado el pulso...



Resumiendo... 
                    HAY QUE VERLO PARA CREERLO!
Lo que Sí... 
                   Conocer lo devastador del panorama; los culpables que prefieren no contestar, y todos aquellos que han preferido no aparecer; la tensión de la recta final; el que exista este tipo de iniciativas que ayuden a entender qué están haciendo unos pocos con nuestras vidas.
Lo que No... 
                 Cierta tendencia a abandonar el tono divulgativo, por otro demasiado complejo; fallos en el ritmo en su parte media; un montaje que va y viene, creando más confusión de la necesaria; de la complejidad buscada en unos tramos, a la simplicidad pretenciosa de otros.
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