La visita
de Benedicto XVI no sólo ha servido para que nuestros políticos se arrodillen
ante el poder de un anciano con anillo y capa, icono pop de una religión que
proclama disponer de las patentes de todo lo bueno que hay en este universo; o
para que la policía haga prácticas de porra con ciudadanos sospechosos de tener
una opinión. ¡Qué va! Además de para organizar un macrobotellón celestial
durante 7 días de calor infernal, permitir concesiones públicas directas o
indirectas, o monopolizar los medios de comunicación con propaganda de la
confrontación o mensajes medievalistas, el sarao organizado por uno de los
pocos mortales que, a pesar de llevar capa, ni vuela ni lleva la ropa interior
por fuera, ha servido como fuente de inspiración para el que, desde ya mismo,
es el temazo del verano 2011.
Creas
en lo que creas en tus momentos más onanistas, menea tu cucu al ritmo de una
impagable coreografía benedictina, y verás lo calentito y sabrosón que puede
llegar a ser el fervor de la juventud.
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