¡Y a mí qué tu prima!
¿Pero quién y de dónde es esta mujer colador de tanto dispararse, y en cuya presencia a uno sólo le queda la opción de pedir rescate?
Ella no es ella, la aburrida, la que habla rutina y amodorra nuestra consciencia hasta desorientarla; ella es la otra, la chica polvorín, la que dispara nuestros índices de colesterol y pánico, la que golpea nuestras pelotas hasta hacerlas asomar por la boca.
Prima, acaba conmigo
suavemente
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