"Intruders", Juan Carlos Fresnadillo

Érase una vez dos historias que se van desarrollando en paralelo, hasta converger en la recta final. La primera, a la que nos gusta titular como El exorcismo de Vallecas, tiene como protagonista a un niño, un encapuchado infográfico, una madre desquiciada de aire almodovariano, y un cura de barrio que quiere ayudar, pero que lo que le pasa de verdad es que anda un poco salido. La segunda, para la que no se nos ocurre ningún título con gancho que no resulte ridículo, nos muestra el extraño vínculo de un padre con su hija, y la obsesión de ésta con el armario de su habitación.

"Pero qué coj#@!?"

Contado de esta manera puede apetecer muy poco ir al cine a ver esta película, pero el resultado final es incluso peor.


Desde que vimos en el año 96 el corto “Esposados”, hemos sentido simpatía por Fresnadillo, director tinerfeño, cuya ópera prima, “Intacto”, nos sorprendió tanto por su historia, como por su planteamiento visual; y su segundo trabajo, la secuela de “28 díasdespués”, nos clavó en la butaca desde el minuto uno, gracias al enérgico dominio del ritmo narrativo. Nada de eso hemos encontrado en su tercer largo, “Intruders”, cuyo acabado nos hace anteponer la palabra Anal a dicho título, abriéndonos así un amplio abanico de posibilidades en cuanto a chistes fáciles sobre cosas que uno puede mantener oculto en un armario, y las muchas otras que otro podría acabar metiéndose por el cu#...

Anal Intruder y su primera aparición en Top Secret

Esta es la nube crítica resultante tras haber visto la película…

HISTORIA   PERSONAJES   TRAMA

DIRECCIÓN   INTÉRPRETES   GUIÓN

MÚSICA   ESCENOGRAFÍA

La historia parte de un planteamiento interesante, aunque algo manido, como es la propagación de las taras de los padres a los hijos; pero lo que se cuenta, junto con la forma en la que se cuenta, es tan artificioso, como aburrido y predecible. Con una dirección poco inspirada, lo verdaderamente terrorífico del conjunto final es el casting, y la interpretación de Clive Owen, de lo peor que le hemos visto hacer. De los efectos especiales, y el señor Cara Hueca, mejor no hablar. Sólo la BSO de Roque Baños no molesta, aunque tampoco aporta.

En resumen, lo que se esconde en el fondo de este armario no es ningún coco monstruoso muy chungo, sino alguna que otra polilla reseca.


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